Duelen, destrozan e incluso crean heridas. No siempre vamos a conseguir evitarlas, aunque sepamos que están ahí. Nos exigen ser de lo mejor, porque por otro lado te dicen que todo el mundo puede hacerlo. Que no es algo único. Lo intentas, con tu mejor ser, con toda la fuerza posible, pero no lo consigues. Y sientes rabia, impotencia, inseguridad, desesperanza.
La fuerza de voluntad es algo que puede hacerte crear obras de arte, cruzar el Atlántico, conseguir eso por lo que siempre has estado luchando: pero es algo tan poderoso, que si no lo consigues, te hace el doble de daño a ti mismx. No podrás pensar en nada más que: ¿Por qué no lo he conseguido? ¿No debería de ser algo fácil? ¿Soy peor de lo normal?
Y es que, aunque me duela decirlo, no todos podemos ser Kandinsky o Cézanne. No todos hemos nacido para llegar a lo máximo de nuestro potencial, o al menos no de la manera tan directa como lo hicieron las personas que te he nombrado. Éstas revolucionaron el mundo del arte, hicieron un impacto en la sociedad de manera aplastante. Pero lo mismo tú, querido lector o lectora, estás destinado a hacer un cambio personal. A realizar una hazaña que, nadie más que tu, puede hacerla. Esta no cambiará el destino del mundo, ni mejorará la ciencia, pero algo hará.
Porque si todos pudiéramos ser genios, no existirían. Igual que si todos pudiéramos ser artistas, no existirían estos, o los científicos. Pues, al todos serlo, lo sobreentenderíamos que ser persona viene con ello. Esto pasa por ejemplo con el hecho de respirar o de comer. Todos sabemos que la otra persona es capaz de ello sin necesitar preguntarlo o verlo porque viene de serie.
La fuerza de voluntad es algo que puede hacerte crear obras de arte, cruzar el Atlántico, conseguir eso por lo que siempre has estado luchando: pero es algo tan poderoso, que si no lo consigues, te hace el doble de daño a ti mismx. No podrás pensar en nada más que: ¿Por qué no lo he conseguido? ¿No debería de ser algo fácil? ¿Soy peor de lo normal?
Y es que, aunque me duela decirlo, no todos podemos ser Kandinsky o Cézanne. No todos hemos nacido para llegar a lo máximo de nuestro potencial, o al menos no de la manera tan directa como lo hicieron las personas que te he nombrado. Éstas revolucionaron el mundo del arte, hicieron un impacto en la sociedad de manera aplastante. Pero lo mismo tú, querido lector o lectora, estás destinado a hacer un cambio personal. A realizar una hazaña que, nadie más que tu, puede hacerla. Esta no cambiará el destino del mundo, ni mejorará la ciencia, pero algo hará.
Porque si todos pudiéramos ser genios, no existirían. Igual que si todos pudiéramos ser artistas, no existirían estos, o los científicos. Pues, al todos serlo, lo sobreentenderíamos que ser persona viene con ello. Esto pasa por ejemplo con el hecho de respirar o de comer. Todos sabemos que la otra persona es capaz de ello sin necesitar preguntarlo o verlo porque viene de serie.